Aunque parezca increíble, el perro que se toma fotos con el emblema
mundial de la democracia estaba infestado de pulgas. Sí, BO, la mascota
de la Casa Blanca no tenía espacio en su melenudo cuerpo para una pulga
más, y aunque su veterinario había intentado con todas las recetas para
acabar con este mal, nada había funcionado. Minutos después del
exterminio ya habían cientos de pulgas con maletas y trastes empacados
para ir a colonizar el territorio casi despoblado, pues siempre
quedaban unas pocas sobrevivientes a las masacres.
Cierto día, la pulga Pérez, que había sobrevivido a 3 exterminio
masivos, se cansó de la opresión de su enemigo. Convocó a la comunidad
de pulgas y les dijo: - compañeros, no podemos permitir que esta
situación continúe, o nos unimos y hacemos algo o nos morimos. Una vez
yo oí decir que si uno se ubica en determinados puntos del cuerpo y
ejerce presión al tiempo, puede tomar el control de cualquier animal,
llámese gato, perro, hombre u otro, hará lo que uno quiera. Propongo
que hagamos grupos de a cincuenta pulgas, cada grupo tomará los puntos
nerviosos más sensibles de Bo, harán guardia todo el día y cuanto llegue
el veterinario tocarán la trompeta, todos tomarán las posiciones y al
tiempo todos pensaremos en que Bo muerda al veterinario, esos impulsos
nerviosos subirán hasta su cerebro y tal cual sucederá.
Todos estuvieron de acuerdo y a la mañana siguiente ya todos tenían sus
posiciones y cuando llegó el veterinario no pasaron cinco segundos sin
que éste huyera despavorido después del cruento ataque que le propicio
el animal.
La pulga Pérez fue levantada en brazos, por primera vez habían vencido
al exterminador. Pero ese fue sólo el comienzo, pues decidieron seguir
conquistando nuevos territorios y desde entonces no se sabe a ciencia
cierta porqué en todos los países del mundo lo gobiernos han dictado
medidas proteccionistas a favor de las pulgas, consideradas hoy en día
patrimonio natural de la humanidad.
Diana Isabel Patiño Restrepo.
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